Columnas de Opinión EC Nº12: «El Nuevo Ciclo Electoral: De la Diáspora Opositora al Bloque de la Dignidad…tan cerca, tan distante» por José Orellana y Hernán García

El Nuevo Ciclo Electoral: De la Diáspora Opositora al Bloque de la Dignidad…tan cerca, tan distante

Dr. José Orellana Yáñez*

Mg.© Hernán García**

No han sido pocos los y las analistas políticas que se han referido al ciclo electoral que se avecina en nuestro país,  articulándose, además, en una coyuntura que perfectamente podría ser entendida como un momento de clivaje político, esto es, el constitucional. Éste momento, se activó en el Estallido Social, el cual, por medio de la Geografía de la Multitud, empujó el acuerdo del 15 de noviembre para concretar el plebiscito por el apruebo o rechazo de una nueva constitución[1]. Como es sabido, se celebraría el pasado abril, y por razones sanitarias se postergó hasta el 25 de octubre 2020, modificando parte importante del calendario electoral: a.- municipales para abril del 2021 (antes para noviembre del 2020) y b.- la ejecución de primarias municipales en aquellos territorios donde existan más de dos candidatos, a propósito de los acuerdos que logren los partidos políticos.

Ya vendrán las elecciones de las y los congresales, las y los constituyentes, las y los consejeros y gobernadores regionales y las presidenciales; unas y otras con sus respectivas ejecuciones de elecciones primarias cuando corresponda. Mientras, el sistema político, en la aparente fragmentación del oficialismo y, a estas alturas, la ‘diáspora opositora’, deberá alinearse y realinearse tras los resultados de las elecciones que se vayan ejecutando – una a una -, junto con los intereses partidarios siempre racionales, los cuales, deben lidiar, con los propósitos políticos estratégicos anclados en principios éticos y morales que permitió el Estallido Social por medio de su geografía de la multitud, tendiendo en su esencia la idea/valor de la dignidad humana[2].

Su operatividad, por lo tanto, deberá cristalizar en una serie de ritos y acuerdos que permitan la construcción de programas de gobiernos nacionales, regionales y locales, los cuales se encuentran conminados a colocar en el centro de sus articulaciones la dignidad humana, en el afán de nutrir junto con el contenido ad hoc (sectorial), la necesidad urgente de crear la mística y épica que actúe como cemento de propósito para enfrentar todo el ciclo electoral vigente.

La geografía electoral, de este ciclo, marcará su inicio con el plebiscito constitucional de entrada, este 25 de octubre, continuando con las muy cercanas primarias y elecciones finales municipales. Este primer sub-ciclo electoral es fundamental, ya que será el basamento de lo que se vendrá: a.- niveles de participación electoral comuna por comuna y entre elecciones; b.- capacidad de articulación partidaria desde la geografía local, provincial, regional y nacional; c.- capacidad de organización de la sociedad civil, ya sea para influir en los programas consignados o en ocupar cupos en las listas de candidatos que finalmente logren los partidos políticos, en la escala nacional, como también en las sub-nacionales (ello exige capacidad política de los partidos para entender la dinámica territorial en su componente político, social y cultural); d.- fusionar el mundo de las organizaciones sociales con la articulación política

En la jerga electoral, se indicó e indica que las elecciones locales marcan el derrotero de las siguientes elecciones, sea en:  a.- la tendencia política electoral proyectable; b.- la selección de candidatos; c.- los diseños de campañas políticas; d.- las estrategias de marketing político, entre otros aspectos.

Pero, a diferencia de las otras elecciones locales, éstas, encarnan una llave simbólicamente intensa y decidora respecto de las que se vienen, dado que en esta escala es donde se encuentra el germen de la mística y la épica del segundo sub-ciclo electoral (también en el inicial).

El Estallido Social, con su Geografía de la Multitud, fue lo que fue, no sólo por la convocatoria a las grandes marchas que se dieron cita en todo el país, particularmente en Stgo, en el eje vial de la Avda. Bernardo O`Higgins (la Alameda) y avda. Providencia, teniendo como epicentro la Plaza Italia… hoy, más conocida como Plaza Dignidad, sino porque hubo un despliegue en varias comunas y regiones del país, representando no sólo las frustraciones nacionales, sino que también las referidas a las escalas sub-nacionales, esto es, las locales y regionales. Fue una simbiosis argumental de la denuncia y reclamo por dignidad, rescatando el clamor nacional, pero llenado de sentido desde lo local.

Importa lo anterior, porque no se debe olvidar, que a la acción popular-transversal vivenciada desde el 18 de octubre, se suma a una serie de anteriores manifestaciones que se han desplegado no sólo en el centro geográfico consignado, sino que también en otros varios sub-centros regionales y a su vez otros comunales, esto es, geografías multitudinarias en despliegue subnacional.

Cabe recordar que las movilizaciones de los años 2011 y 2012, tuvieron un comportamiento similar, donde la consigna por una educación gratuita, de calidad y sin lucro se transformó en un eje argumental trascendental[3]. Las expresiones de protesta socio-ambiental se multiplicaron y proyectaron con algunos temas anclas nacionales, pero visibilizando problemáticas locales y regionales. Como ejemplo, la negación a los proyectos HIDROAYSEN o Pascua Lama, convivieron con una cantidad significativa de otros de tipo local y regional (Til-Til y sus basuras, Padre Hurtado y Maipú, con sus plantas de tratamiento de aguas servidas, ahora último, Puchuncaví y Quintero, con los desechos que provienen de los procesos productivos de ENAP y así otros varios más)[4]. Las movilizaciones feministas, también se han dado en una ecuación espacial como la descrita[5].

En cada territorio comunal, emergieron y emergen problemáticas, que hoy día tienen en la idea de la dignidad humana (más y mejor salud, pensión, inclusión, educación, sueldos dignos, entre otros, todos pensados como derechos sociales), el cemento posibilitar de la mística y épica que se precisa para la adecuada gestión del plebiscito constitucional, el cual, dado el contexto de pandemia y su gestión desde el gobierno y las fuerzas políticas oficialistas, colocan en permanente entredicho su ejecución y validez, dada la potencial poca concurrencia de votantes a las urnas para pronunciarse. La incertidumbre se alimenta con frases como: a.- Que el Plebiscito Seguro no está asegurado; o bien, b.- por qué no se cambia la fecha de ejecución otra vez, para asegurar más participación; sumándose otras afirmaciones que contribuyen a querer desdibujar su próxima concreción, buscándole su desvalorización si es que no se cumplen los guarismos de participación ideales para validar el resultado del plebiscito.

Claramente, el COVID-19, impone una dificultad mayor a la ejecución de plebiscito, no por nada se desplazó de abril a octubre del 2020, tras acuerdo de las fuerzas políticas (lo mismo con las municipales). Existe un programa de des-confinamiento Paso a Paso y otras definiciones institucionales que impiden la normalidad requerida para la normal aplicación del plebiscito, sin embargo, con todas y cada una de las dificultades institucionales y sanitarias existentes, la pandemia vino a reforzar el diagnóstico ya logrado en esta verdadera ‘sedimentación de protesta’ reclamando dignidad humana, donde el 18 octubre marca un verdadero parte-aguas, cuando de la necesidad de un nuevo contrato social se refiere, es decir, una nueva constitución. Y ello, también tiene en la escala local, una síntesis de provocación y rebeldía que se conecta con el pronunciamiento del municipalismo y organizaciones de base que actuaron en el estallido social[6], transformado la geografía de la multitud de comuna en comuna en una fuerza política imposible de obviar, fuerza que otra vez se ha visto en la gestión de la pandemia, esto es, municipios, atención primaria de salud y organizaciones comunitarias, paleando las dificultades pandémicas[7].

Es en este momento constituyente, con este ciclo electoral, cuando se espera que los “decanos actores políticos”, como son los partidos políticos (con todo el desprestigio ciudadano que tienen, viejos y nuevos), tengan la visión para combinar virtuosamente el cálculo racional para sacar más votos y más candidatos electos, con la esencia que entregó o viene entregando la ‘sedimentación de protesta’, que tiene en este Estallido Social con su Geografía de la Multitud, más la gestión y resultados que permite la Pandemia, a la Dignidad Humana como motor de épica y mística . En corto ¿cómo los partidos políticos opositores, en búsqueda de la unidad, no confundan desafíos electorales con el nuevo país que la constitución debe regular?

Más allá del necesario análisis crítico que hay que realizarle al Gobierno de la Nueva Mayoría, si hay que reconocerle una gracia. Fue capaz de canalizar parte de la energía social, no sólo vía reformas al sistema político (electoral, partido político y descentralización, entre otras). Sino que también, por medio de la instalación del trunco proceso de una Nueva Constitución (bajo el gobierno de la ex Presidenta Bachelet), que si bien, no es lo mismo que hoy se busca, ese proceso, sí permitió detonar un rol participativo y local (los encuentros locales auto-convocados), y ello fue posible a partir de una mayoría política que actuó como telón de fondo para ese avance, con todas sus debilidades (que no fueron pocas), que son bien conocidas y comentadas, pero que demostró su justificación circunstancial.

Es por ello, que en estos días, cuando la ‘diáspora opositora’ sintetiza sus intereses de cara al ciclo electoral general, con el primer sub-ciclo (plebiscito y municipales) y con el segundo sub-ciclo (congresales, regionales, constituyentes y presidenciales), su desafío de unidad se hace complejo, muy complejo, pero necesario de apelar a él sin pausa.

La invitación fundamental, es a crear la ‘confianza base’. Hacer de la dignidad humana, del valor en el trabajo local/regional/territorial, como también de la tolerancia y la esperanza… ¡la sustancia para avanzar en la mística y épica que se precisa!,  ayudando, lo anterior a ‘cementar’ la gesta y pasar de una ‘diáspora opositora’ a un bloque, que es capaz de enfrentar a un gobierno, una elite, unas derechas y principalmente… a un modelo del abuso que tuvo en el 18 de octubre, su oposición expresada en manifestaciones contra un orden en decadencia. Lo estratégico está ahí, tan cerca y tan distante.

*Dr. en Estudios Americanos con Especialidad en Estudios Internacionales de la Universidad de Santiago de Chile (USACH). Profesor de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC). Académico colaborador de Estudios Contemporáneos.

** Magister © en Ingeniería Informática USACH. Profesor de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Diplomado en Big Data, Universidad Católica de Chile. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública, Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación USACH.

[1] Ver más en http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/la-geografia-de-la-multitud-tras-la-polis-justa

[2] Ver más en http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/mistica-y-epica-plebiscitaria-constituyente-existe

[3] Ver más en https://www.elquintopoder.cl/educacion/la-geografia-de-la-multitud-en-los-estudiantes/

[4] Ver más en https://opinion.cooperativa.cl/opinion/medio-ambiente/til-til-y-otras-comunas-de-sacrificio/2017-08-20/064003.html; http://elmostrador.blogspot.com/2008/03/el-castigo-padre-hurtado.html

[5] Ver más en http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/desafios-de-la-geografia-de-la-multitud-feminista

[6] Ver más en https://www.elquintopoder.cl/municipales/geografia-de-la-multitud-y-la-asonada-municipal/

[7] Ver más en http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/el-rol-historico-de-la-atencion-primaria-ante-un-estado-precarizador

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EC. Columnas de Opinión N°12

Columnas de Opinión EC Nº11: «Palestina e Israel, donde el territorio re-importa» por José Orellana Yáñez

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Palestina e Israel, donde el territorio re-importa

Dr. José Orellana Yáñez*

*Dr. en Estudios Americanos con Especialidad en Estudios Internacionales de la Universidad de Santiago de Chile (USACH). Profesor de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC). Académico colaborador de Estudios Contemporáneos.

Han pasado algunos meses después del anuncio de Donald Trump sobre su Plan de Paz entre Palestina e Israel, el cual coincidió con varias tensiones internas que afectaron al mandatario estadounidense (un impeachment, proceso electoral, etc.); existiendo, además, otras cuantas contra el mandatario israelí, Benjamín Nethanyahu (corrupción). La propuesta de Paz, se hizo famosa, porque fue presentada como la “solución final” o la “mejor del siglo” entre ambas unidades geopolíticas y Medio Oriente, en la típica grandilocuencia del mandatario Trump[1].

Al poco tiempo (inmediatamente), esta solucionática fue escrutada negativamente por la comunidad internacional, dado que contravendría una serie de disposiciones ancladas en el derecho internacional y que habían sido reconocidas como tal por la Organización de la Naciones Unidas (ONU), en específico, entender como ilegales los asentamientos judíos-israelitas (colonos) al interior del territorio de Cisjordania, reconocido como territorialidad base de la actual Autoridad Nacional Palestina (ANP). Como es sabido, la propuesta solo consensuada con Israel, reconoce estos asentamientos –matices más, matices menos– como parte soberana israelita, proyectando, cuales enclaves, la estatalidad soberana nacional para Israel, en la territorialidad de la pretendida estatalidad palestina. Según indica la propuesta, involucraría cerca de un 30% del territorio de Cisjordania, fragmentándola significativamente, cuando de la pretensión palestina se refiere[2].

Por otra parte, el valle occidental del río Jordán, pretendida y habitada territorialidad estatal de la ANP, pasaría a soberanía israelí, encerrando a la Cisjordania-Palestina, permitiendo la continuidad fronteriza con Jordania desde el Norte, con quien ya logró paz formal años atrás (1994). Es sabido que estas territorialidades son portadoras de un preciado y escaso recurso natural como es el agua del río en comento, que además se encuentra con uno de los niveles de contaminación más altos, como también, con uno de los flujos de escorrentía exorreica más bajo producto de su intensivo uso. Tanto Siria, el Líbano, Jordania, Israel y Palestina ocupan sus aguas, explicando la baja escorrentía y contaminación consignadas. Por otra parte, el valle oeste del Jordán, que pasaría a dominio israelí, es portador de suelos potencialmente irrigables, funcionales para su eventual agricultura, entre otros usos, bajo la potencial tutela israelí. Hay que consignar otra vez, que el suelo y/o territorio, es también un bien escaso. De paso, impide la conectividad directa entre una expresión árabe palestina, respecto de la árabe jordana, proyectada hacia el resto de la región.

Cabe indicar, que el río Jordán, en la disputa que tiene Israel y Palestina, representa una sedimentación cultural (múltiples procesos culturales temporales y territoriales) e imaginario milenario (cómo se valora e imagina el lugar de hoy, del mañana conectado con el ayer) (Grimson, 2011)[3], situaciones ambas, contribuyentes a rasgos identitarios, que no necesariamente deben acotarse a esta relación político espacial descrita, sino que con toda la región medio-oriental representada por el islam y el judaísmo, donde ambas religiones lo rescatan como símbolo e ícono aglutinador de ambos credos, sumándose posteriormente el cristianismo, entre otras expresiones minoritarias que ahí perviven.

En esta idea de sedimentación cultural e iconografía (capacidad de aglutinación y cohesión social en función de símbolos), la propuesta Trumpista agrega la capitalidad de Israel y Palestina, cediéndole casi la totalidad de Jerusalén al primero, destinando una porción muy menor y periférica al segundo, en el Este de la misma. La acción se encuentra antecedida por la concreción de la voluntad política estadounidense de convertir a Jerusalén en la territorialidad de instalación de su embajada concretada el año 2018 (14 mayo), dejando atrás a Tel-Aviv, como anclaje territorial de la misma[4].

Jerusalén, como es sabido, es un territorio que milenariamente ha sido habitada por pobladores de diversas características étnicas, religiosas y por defecto, ideológicas, convirtiéndola en el objeto de la disputa/conflicto más longevo y complejo de resolver en la región, comunidad y sistema internacional. Ciudad Santa, Muro de los Lamentos y La Explanada de las Mezquitas y otras consideraciones hacen de Jerusalén un icono funcional, a lo menos de tres principales religiones mundiales ya indicadas, situación que con el tiempo ha sido asumida por el sistema internacional, hecho que se contraviene con la propuesta trumpista en lo general, la cual, sin perjuicio de los territorios conmutados que plantea su propuesta hacia el ‘sur – oeste’ de Israel, a propósito de la entrega de los territorios donde se encuentran los asentamientos, o bien, los referidos al valle del Jordán (aunque no lo indica como tal), igualmente, pareciera ser, no alcanza a superar el imaginario milenario que la espacialidad caracterizada encarna. Ni tampoco, la propuesta de corredor – túnel que permitiría la conexión entre Cisjordania – Palestina con la Franja de Gaza, contribuiría a tal propósito. Tampoco los planes económicos que se plantean para permitir a Palestina salir de su condición de vulnerabilidad económica e institucional.

Así, con esta propuesta estadounidense, la cual se encuentra con escasas posibilidades de viabilidad política (menos cuando Trump, enfrenta un proceso electoral atiborrado de incertidumbre por la pandemia COVID-19 y conflicto social-racial, entre otras), se beneficiaría a Israel más que a Palestina. Ello, corroborado en la aplicación del planteamiento de Jean Gottmann, esto es, la “partición”, “circulación” e “iconografía”, en el cual todos los estados nacionales se organizarían (Arriaga-Rodríguez, 2014)[5]. Así, por “partición”, se entenderá la acción previsible de división al interior de las unidades geopolíticas (estados nacionales), asociada a más o menos fortaleza simbólica/iconográfica sobre la cual se organiza un grupo de personas. Estas “particiones”, necesitan generar condiciones de “circulación”, ya que tanto, las personas, como capitales económicos diversos, precisan satisfacer necesidades, dentro y fuera de la Unidad Geopolítica, permitiendo una potencial nueva “partición” (otra unidad estatal o anexión). Es en esa clave, que se plantea la idea de “iconografía”, la cual sería un componente de cohesión territorial/social, donde la idea de nación (y otros imaginarios) se transforman en una iconografía de primer orden involucrando espacio geográfico/suelo/territorio, cultura (idioma, tradiciones, religión, otros), etnias etc.

Así, la propuesta Trumpista, desde el planteamiento explicado, clasifica satisfactoriamente a Israel, ya que le permite fortalecer su “iconografía” por medio de Jerusalén como capitalidad integral junto con los asentamientos en Cisjordania y el Valle del Jordán. Por otra parte, permite una “circulación” cohesiva dentro y fuera de la territorialidad estatal vigente de Israel y la pretendida, mientras que la posibilidad de “partición” que antes era difícil de concretar, ahora se disminuye todavía más.

Palestina, por el contrario, con el reconocimiento de los asentamientos con soberanía en Cisjordania para Israel, profundiza la idea de “partición” o anexión de territorio palestino; la “circulación”, queda trunca, dado que pierde conexión con Jordania, tras la propuesta de entrega territorial a Israel del valle oeste del Jordán, ocurriendo lo mismo al interior de Cisjordania, ya que impide la libre y soberana circulación palestina en aquel territorio que se le reconoce como tal. Finalmente, desde una perspectiva “iconográfica”, asesta un golpe fundamental, respecto de Jerusalén y el Valle del Jordán, ambos, íconos cohesivos, que estarían pasando directamente a Israel. La conmutación de territorio, al sur-oeste de Israel, se transforma en intrascendente, dado que no está dentro de los imaginarios palestinos como territorio relevante, por defecto entonces, con una muy baja o nula densidad iconográfica.

Tras el anuncio del plan, sólo se han registrado miradas críticas al mismo. Netanyahu, no ha avanzado en sus promesas de la última campaña, teniendo entre las más emblemáticas, concretar la soberanía (anexión) sobre los asentamientos este 1º de julio[6]; Trump, no se ha preocupado en perseverar en su propuesta palestino-israelí, ad-portas del acto electoral de noviembre que lo puede transformar otra vez en el Presidente de EE. UU., permitiéndose (de perseverar), como lo indica el profesor Sebastián Sánchez, profundizar el desprestigio internacional de EE. UU. en su dimensión de Poder Blando (Soft Power), toda vez que, su propuesta vulnera la esencia de ese enfoque de las relaciones internacionales[7]. El mismo apela, a utilizar mecanismos de encuentro y persuasión, evitando la dureza de las políticas exteriores de los estados, como es el conflicto armado, o bien, el económico entre otros, privilegiando acciones de cooperación involucrando temas culturales, políticos, sociales e igualmente económicos.

Así, este enfoque geográfico político de Jean Gottmann, que si bien es posible operativizarlo desde el soft o hard power de las relaciones internacionales, como bien indica Sebastián Sánchez, encontraría también en el Constructivismo Social de las relaciones internacionales, otra oportunidad de análisis, comprensión y resolución, dado que como señala López Almejo (2018)[8], el mismo se fija en la identificación profunda de las ideas dominantes que se encuentran sintetizadas en acciones políticas, y que cómo señalara Gottmann, permitiría la iconografía cohesiva Israelí desde el nacionalismo sionista, o bien, la iconografía cohesiva palestina desde el nacionalismo árabe, haciendo del territorio y la religión una ecuación siempre explosiva, resituando, en pleno proceso globalizador, no sólo el territorio en su valor simbólico clásico, sino que también el hecho fronterizo y soberanía nacional, siempre y necesariamente escrutados críticamente desde lo paradigmas críticos de las ciencias sociales en general.

[1] Ver más en https://elpais.com/internacional/2020/01/28/estados_unidos/1580228530_493288.html

[2] Ver más en ­A Vision to Improve the Lives of the Palestinian and Israeli People, en https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2020/01/Peace-to-Prosperity-0120.pdf

[3] Ver en Grimson, A. Los límites de la cultura. Crítica a las teorías de la identidad, ed. Siglo XXI, Bs Aires, Argentina

[4] Ver más en https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44112858; https://www.latercera.com/mundo/noticia/ano-del-traslado-la-embajada-eeuu-jerusalen/652421/

[5] Ver más en ARRIAGA, J. La concepción de las fronteras y los límites territoriales en el pensamiento geográfico de Jean Gottmann, En: AS CIÊNCIAS SOCIAIS NAS FRONTEIRAS Teorias e metodologias de pesquisa, por Eric Gustavo Cardin Silvio Antônio Colognese ed. — Cascavel, PR: JB, 2014 https://www.academia.edu/7487027/Fronteras_y_l%C3%ADmites_en_el_pensamiento_de_Jean_Gottmann

[6] Ver más en https://elsiglo.cl/2020/07/01/este-1-de-julio-israel-daria-otro-paso-de-anexion-de-territorios-palestinos/

[7] Ver más en https://www.elquintopoder.cl/internacional/la-perdida-de-soft-power-estadounidense-en-el-contexto-de-la-pandemia/

[8] Ver más en López Almejo, J. (2018) El conflicto palestino – israelí a la luz de la teoría constructivista. De la narrativa sionista a la política de los hechos consumados https://www.researchgate.net/publication/329131058_Libro_2018_el_conflicto_palestino-israeli_a_la_luz_de_la_teoria_constructivista.

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EC. Columnas de Opinión N°11

Webinar «Cultura Popular Japonesa y Actualidad: Desafíos de la era Reiwa»

Ayer miércoles 5 de agosto se celebró el Webinar Cultura Popular Japonesa y Actualidad: Desafíos de la era Reiwa, donde participaron Matilde Galvez Sepulveda, Constanza Jorquera Mery y Paloma Guzmán con la moderación de Rosa Basaure Cabero. La actividad patrocinada por ALADAA Chile y Usach Internacional, la pueden volver a visualidad en el video adjunto

 

Columna de Opinión: ¿Cómo debemos interpretar la marcha del rey emérito? por Arturo López y Mauro Hernández

Los académicos Dr. Misael Arturo López (Universidad Autónoma de Madrid) y Dr. Mauro Hernández (UNED) publicaron en el portal The Conversation una columna que aborda el problema del Rey Emérito de España, Juan Carlos I, titulada ¿Cómo debemos interpretar la marcha del rey emérito?, donde analizan la partida del rey del palacio de La Zarzuela y su partida de España.

La columna pueden leerla en el siguiente enlace

https://theconversation.com/como-debemos-interpretar-la-marcha-del-rey-emerito-143954